jueves, 28 de febrero de 2013

Goa

28.02.2013
Goa es el estado más pequeño de India por tamaño y el cuarto por población.
Localizado al oeste del país, es el estado más rico. Su capital es Panaji, y Vasco da Gama es la ciudad más grande del mismo. Los nombres portugueses son debidos a que Goa fue una colonia portuguesa desde el siglo 16 hasta que en el año 1961 fue anexada por India, años después de que India adquiriera su independencia del Reino Unido.
La influencia portuguesa se deja ver también en la cantidad de iglesias católicas que pueblan Goa.
Pero bueno, menos historia que esto no es la Wikipedia.
Tras el viaje en tren hasta Thivim, en la parte norte de Goa, me dirijo en un taxi con dos alemanas que acabo de conocer, hacia Anjuna. La verdad que no tenía muy claro dónde quedarme. Anjuna, por un lado, fue el lugar en el que el movimiento hippie se instauró allá por los años 60 en Goa. Es también de sobra conocido por la música Goa Trance y sus interminables fiestas. Sin embargo, parece venido a menos en favor de otros pueblos como Arambol, Baga o Calangute. Al final, hago caso a la manada y decido probar Anjuna.
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Primer objetivo: encontrar alojamiento.
Tras visitar un par de changarros que no me convencían, decido echar mano de la Lonely Planet. Ahí viene alguna “guest house” recomendada, total que teléfono indio en mano, llamo a la “Florinda’s”. Me dice el paisano que tiene una habitación por 400 rupias (5,5€) la noche. Lógicamente le digo que me la quedo, agarro mis bártulos y me voy para allá. La verdad que no está nada mal. Limpio, tranquilo y a veinte metros de la playa. Fetén. Ése será mi refugio para los tres próximos días (sí, a la derecha de la vaca está la entrada de mi caseta).
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La playa de Anjuna es bastante… decepcionante. o es mala, pero me había imaginado otra cosa.
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En Anjuna lógicamente he tenido también que ir a una auténtica fiesta Goa Trance. Junto con las dos alemanas, se nos han unido un par de chavales noruegos y un goano, o goense, uséase, un lugareño.
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Baga
Baga es uno de los lugares que está ganando en popularidad en Goa en los últimos años. Los turistas que aquí se alojan se podrían dividir en tres grupos: indios, rusos y los demás. Lo único que se salva es la zona alrededor del puente antes de llegar al pueblo. Conclusión: sitio a evitar.
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Arambol
Más al norte se localiza la playa de Arambol. De la zona, es lo que más me ha gustado. Menos masificada y con más encanto.
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Aquí termina mi andadura por el norte de Goa. Pongamos rumbo al sur, en el que, según Raffaella Carrà… bueno, ya sabéis lo que dice la canción Winking smile.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Sleeper Class

27.02.2013
Tras dos días en Mumbai, ha llegado el momento de poner rumbo a la playa: Goa. El otrora paraíso hippie y colonia portuguesa será mi hogar durante los próximos días.
Para llegar a Goa desde Mumbai (aprox. 800 km) hay distintas posibilidades. La primera es volar en avión hasta Dabolim. Muchas compañías indias operan este vuelo, contando con un precio razonable para los estándares europeos (50€). En tren, existe la posibilidad de ir hasta Margao –principal estación de Goa- o Thivim, parada para aquellos que quieran ir a la parte norte. El tren vale entre 430 y 1500 rupias (6-21€) dependiendo de la clase que elijamos. La tercera alternativa son los múltiples autobuses, tanto públicos como privados, a los principales enclaves de Goa.
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En la estación Mumbai CST he conseguido los billetes de tren. En algunas estaciones del país como ésta cuentan con mostradores especiales para extranjeros, con más facilidades y posibilidad de pagar en moneda extranjera.
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Clases
Los trenes nocturnos indios cuentan habitualmente con cuatro clases: 1AC, 2AC, Sleeper y general. De la última os podéis olvidar porque hacerse 14 horas sentado en un asiento (si consigues) hacinado no está hecho para los occidentales. Quedémonos con las otras tres. Las dos primeras son clases que se asemejan a su manera a los trenes occidentales, con aire acondicionado y catering a bordo. La clase Sleeper es la más barata y, por ende, la peor. Sí, efectivamente. Ésa es la que he reservado Smile.
Mi intención tengo que decir que era la 2AC, pero he conocido a una pareja alemana en la cola y me han convencido de que si no viajas al menos una vez en clase Sleeper, no has experimentado realmente India. Después de esas palabras… ¿qué podía hacer? Así pues, tras pagar 6€ por 800km, ya tengo billete a Margao.
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Sin darle más vueltas llego a la estación CST y busco la vía 18. Ahí está mi maravilloso vagón S5, asiento 22. La clase Sleeper es diferente a todo lo que he visto hasta ahora. Son vagones viejos, oxidados, con bancos convertibles en cama, y en los que sólo viajan indios y algún turista zumbado como yo. Si me dijeran que la próxima parada es Auschwitz tampoco me sorprendería demasiado…
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Subo a mi litera, saludo a mis vecinos de apartamento (aunque no se enteran de nada), ato mi equipaje con una cadena y me siento a leer. Son las 23:05 y el tren tiene llegada estimada a las 10:30…
Mientras arrancamos, el tren parece un mercado. Vendedores de todo tipo de comidas, bebidas y artilugios variados ofrecen su producto a los viajeros.
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Tras un par de horitas leyendo (Nuría, por cierto, estoy leyendo tu libro) me echo un rato. Sorprendentemente, a pesar de la incomodidad y la verbena en mi querido vagoncito, consigo dormir.

06:00 Me despierta otra vez el jaleo de los vendedores con el desayuno. No tengo ni idea de dónde estoy pero una paisana me hace entender que sobre las 10 llegaremos a Thivim, mi destino. Mientras tanto, mis queridos compañeros de celda, sin hablar palabra de inglés, me invitan a desayunar todo tipo de delicatessen locales. Por si eso fuera poco, se sacan de la chistera un termo que parece a primera vista té. Pero no. Es… surprise surprise… ¡Whisky! Sí, a las 8:00 se cascan un termo de whisky aquí los amigos, ofreciéndome por supuesto, pero amablemente he decidido declinar su oferta.
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Servicios
Sí, amigos, en los trenes indios también hay servicios. Bueno, wait. Si por servicios entendemos agujeros en el tren que van directos a las vías, entonces sí, hay servicios. ¡Encima hay para elegir! Western Style o Indian Style. Todo un “lujo”, oigan.
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Eso sí, no usar mientras el tren está parado en las estaciones. Las razones… obvias Winking smile
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Los trenes indios, tengo que decir que son viejos, sucios, ruidosos, lentos… pero por otro lado admito que es toda una experiencia, divertida, y que además permite disfrutar a través de sus ventanas sin cristales  del impresionante y variado paisaje de este gran país que es India.
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martes, 26 de febrero de 2013

Mumbai

26-27.02.2013
La antigua Bombay es… caótica. Tengo que decir que me he quedado alucinado con la sensación de movimiento que desprende esta megalópolis india. La capital del estado de Maharastra es la ciudad más poblada del país con más de dieciséis millones de habitantes, y en ella se funden los rascacielos con los “slums”, los todoterrenos de lujo con los carros de bueyes, los jóvenes y sus iPads con los niños desnudos, oriente con occidente.
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Aprovecharé mi estancia en Mumbai para ver a mi amigo Abdulkader, también conocido como “AK”, con el que tantos días compartí en Göteborg (Suecia).
Fort y Colaba
Los barrios del sur de Mumbai son quizá los más visitados por los turistas. En ellos se encuentran la mayoría de monumentos y visitas obligadas.
Primera parada: Victoria Terminus (Chhatrapati Shivaji Terminus).
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La estación de tren de Mumbai CST es un edificio gótico completado en 1887 y se podría considerar como el epicentro de los ferrocarriles indios. Está incluido dentro del patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
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Ya de estar aquí, aprovecho también para intentar conseguir billetes para dirigirme al sur, concretamente a Goa. Allí para variar me encuentro… sí, exacto, alemanes.

En Mumbai no hay excesivas cosas que ver, por lo que me lo voy a tomar con tranquilidad y caminar. Pienso que quizá un día hubiera sido más que suficiente.
Lo primero que voy a hacer es ir de compras. Necesito algunas cositas y Mumbai es el paraíso de las compras. Multitud de bazares se reparten entre Colaba y Fort, incluyendo la “Fashion Street” en dirección Churchgate.
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Posteriormente sigo caminando por la Chhatrapati Shivaji Marg, en dirección a la Gateway of India. Esta impresionante puerta preside uno de los muelles de la ciudad desde el que salen los barco que dan la vuelta a la bahía, así como los que van a la isla Elephanta.
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Justo a su lado se encuentra el Taj Mahal Palace Hotel. Se dice que lo construyo el señor Tata en respuesta a que se le negara la entrada a alguno de los hoteles de lujo de las capitales europeas.
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De ahí regreso a mi hotel que, además de caro, puede ser perfectamente el peor en el que he estado en mi vida. O por lo menos top 3. De ahí no bajo. Por otro lado, dentro de lo malo tiene una cama y un baño. ¡Y está limpio! ¡Y tiene terraza!
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Tras una duchita, me recoge AK con la moto de su mujer y nos ponemos rumbo al paseo marítimo, conocido también como “Queen’s necklace”, debido a que la iluminación hace que se vea como un collar.
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Nos ponemos al día después de año y medio sin vernos y, a continuación, nos dirigimos a cenar a la playa de Chowpatty. Allí nos encontramos con montones de familias que llevan a jugar a los niños buscando alejarse de las caóticas y estresantes calles de Mumbai.
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Yo, como no tengo ni pajolera idea de lo que hay en los puestos, me dejo aconsejar por AK. Ni flores de los potingues que comimos, pero todo bueno oiga. Y en total la cena, dos euritos con helado de postre incluido. A pesar de que Mumbai es una de las ciudades más caras de India, una ganga.
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El día siguiente lo voy a dedicar a pasear y relajarme en la ciudad, tomando el sol en el paseo marítimo mientras los indios se hacen fotos conmigo, o leyendo en el Horniman Circle, todo un remanso de paz en Fort.
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Así pasaré el día hasta la noche, momento en que cogeré mi primer tren nocturno en India, dirección Goa.
La entrada sobre los trenes… ¡pronto queridos!
Mientras tanto, os dejo con algunas imágenes de Mumbai y su gente:
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