miércoles, 3 de abril de 2013

Pekín Express

03-04.04.2013
Dejando atrás Malasia, me dirijo en un vuelo de Air Asia X, la compañía “low cost” más famosa de Asia, a Pekín, capital de la famosa República Popular China. Allí me encontraré con Natalia, amiga española antigua residente en Berlín.
Tras 6:10 de vuelo llego al aeropuerto Beijing Capital International Airport. Como son las 2 de la mañana, lógicamente el transporte público no funciona, por lo que me dirijo a la parada de taxis. Para “sorpresa mía” –nótese el tono irónico-, hay una cola de 40 minutos a 10 grados, lo que no casa mucho con mi atuendo de bermudas y camiseta típico de los turistas del sudeste asiático, pero no hay alternativa. Espera cola, giro, más cola, giro, y finalmente llega mi taxi. Como soy un tío viajado, ya llevaba impreso el mapa con la dirección en inglés. Mi compañero de fila en el avión no fue capaz de copiarme la dirección en chino a mano en papel. Yo, lógicamente, ni lo intente. Lo importante, ¡voy ya destino Weigongcun!
Primeras horas en China
Tras la primera noche en Pekín con un frío al que le había perdido la costumbre, tengo mi primer contacto con la comida china. Para desayunar, unos “bao-tze” muy ricos. Diez piezas recién hechas por 6 yuanes, o lo que viene siendo 75 céntimos de euro (1€ = 8 yuanes). Maravilloso.
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De ahí, nos dirigiremos a uno de los “hutongs” de Pekín, en la zona de Guloudajie. Estas antiguas casas reconvertidas en negocios, tanto tiendas como restaurantes, son de lo más popular en la ciudad, y mantienen todavía la esencia de otras épocas.
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Aprovechando la visita al hutong intento también registrarme en la policía, ya que según la tarjeta de entrada a China, los “aliens”, que es como nos denominan los chinos a los extranjeros, tenemos que registrarnos en la comisaría del barrio. Pero la misión no es exitosa ya que no es la comisaría que corresponde al barrio de Natalia. Con lo cual, desisitimos. Si me tienen que deportar los chinos, que me deporten.
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Torre de la campana y del tambor (Gulou y Zhonglou)
En el mismo barrio nos encontramos con las torres de la campana y del tambor. El día la verdad que no acompaña demasiado, pero tienen unas vistas bastante decentes y justo coincide una actuación del grupo de jóvenes encargados de hacer sonar los tambores. Cuanto menos, curioso.
Gǔlóu (鼓楼), la torre del tambor, se sitúa en la parte norte del eje central de la ciudad antigua, al norte de la calle Dianmen. Se construyó originalmente por razones musicales, aunque después fue utilizada para anunciar el tiempo. Actualmente es una atracción turística más.
Zhōnglóu (钟楼), o la torre de la campana, se sitúa justo detrás de la torre del tambor. Eran parte del antiguo paisaje urbanístico de Pekín anterior a la era moderna.
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A partir de ahí, el diluvio. No, tampoco llovía tanto, pero lo suficiente como para reventarnos el día, eso sí, después de que una china nos estafara vendiéndonos un paraguas reventado. Minipunto para ella. Y antes de volver, segunda comida en China. Noodles con algo de carne que no acierto muy bien a identificar, pero hasta el momento, sin queja.
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Y este primer día se va a quedar aquí. Al día siguiente tengo cumpleaños y tocará celebrarlo de alguna manera especial. La respuesta, en la próxima entrada Smile

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