martes, 9 de abril de 2013

Pekín histórico

06-09.04.2013
Palacio de verano
Con una ligera resaca, amanezco tras el día de mi cumpleaños. Sigo en Pekín, y toca hacer un poco de turismo y ver los resquicios que las grandes dinastías chinas dejaron en Pekín, como es el caso del palacio de verano.
Dado que las distancias en Pekín son gigantescas, tomo el metro hasta la parada de Beigongmen. Una vez allí, para desayunar, cambiaré un poco el menú y me tomaré un boniato. La palabra china no la sé, pero definitivamente lo que vende la señora de la foto son boniatos, o “sweet potatoes”.
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Yo con mi boniato me dirijo a la entrada cuando una señora se me acerca. China no es, y me pregunta que si sé dónde está la entrada al palacio. Mi respuesta: “Yo simplemente sigo a la manada”. Se llama Marina, y es una profesora flamenca, que no de flamenco, de un pueblito cerca de Brujas. Ella también está sola de vacaciones en China, y juntos nos adentramos en el palacio. Siempre vendrá bien un poco de compañía, ¿no creéis?
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El día, después del frío pasado los días anteriores, acompaña. El cielo azul destaca y le da un toque mucho más vivo. Además, la calidad del aire se aleja mucho del “smog” habitual de la capital de la república popular.
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Tras la entrada, previo pago de 60 yuanes, entramos al antiguo palacio, ahora convertido en parque junto al lago Kunming. Se construyó en el año 1750 por el emperador Qianlong, y cuenta con innumerables pagodas, puentes, teatros, muelles, etcétera, destacando el gran corredor o la colina de la longevidad.
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Tras una cervecita con Marina, nos montamos en el metro de vuelta a casita, y con un pincho moruno (o algo similar que venden debajo de casa de Natalia, a descansar y a preparar la siguiente visita.
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La ciudad prohibida
Para comenzar el siguiente día, me voy a visitar la ciudad prohibida, justo al norte de la famosa plaza de Tiananmen.
La ciudad prohibida fue el palacio imperial desde la dinastía Ming hasta el final de la dinastía Qing. Cuenta con más de 500 edificios que, en su momento de máximo apogeo, fueron el hogar de los emperadores chinos así como de sus sirvientes, sirviendo además de escenario para los actos y ceremonias más destacados de la política del imperio.
Actualmente, se la conoce como el museo de palacio, y forma parte del patrimonio de la humanidad desde el año 1987.
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Espectacular la puerta que preside el acceso meridional al recinto.
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Tras la ciudad prohibida se sitúa el parque Jingshan, una impresionante colina artificial creada con la tierra extraída de los fosos de los alrededores y que proporciona una vista espectacular de la ciudad prohibida, así como el parque Beihai, lugar muy popular entre los locales. Todo un soplo de aire fresco en la bulliciosa capital china.
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Tiananmen
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Tras la visita a la ciudad prohibida y al parque de Beihei, me dirijo de vuelta a la plaza de Tiananmen, famosa por la revuelta / masacre producida en el año 1989. Lo que se inició como protestas y manifestaciones por parte de distintas corrientes de estudiantes en contra del gobierno comunista chino, terminó con una matanza de entre 400 y 2500 personas (varía según las fuentes) provocada por los tanques y la infantería del ejército, enviados a la plaza para disolver por la fuerza la protesta. Junto a la brutal represión, se efectuarían multitud de detenciones y se expulsaría a la prensa extranjera para poder así controlar y manipular la cobertura de los hechos. Todo ello provocaría una condena internacional a la actuación del gobierno comunista.
Pero dejando a un lado la historia, centrémonos en la actualidad, que es el momento en el que yo he llegado a parar aquí.
Para describir la plaza de Tiananmen se me ocurren muchas palabras. El adjetivo que quizá mejor la describe es… inmensa. La plaza destaca más que por su arquitectura o su estilo, por el tamaño de su planta. Es la mayor plaza del mundo, y se nota desde el momento en el que uno pone un pie en cualquiera de sus esquinas.
Desde el museo del pueblo, al palacio de artes y exposiciones, hasta el frontal de la ciudad prohibida con los retratos de Mao –fundador de la república popular-. Todo en Tiananmen es impresionante.
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En una de las callejuelas que rodean a la plaza de Tiananmen, me encuentro con un “hutong” bastante diferente de lo que le rodea. Es, quizá, una de las características de Pekín, el ser una ciudad de contrastes. La inmensidad de su arquitectura, la grandeza de los resquicios de la dinastía Ming, contrasta con los pequeños recobecos que esconden sus barrios, repletos de pequeños negocios y restaurantes, en concreto de gente ajena en parte al bullicio que fluye a su alrededor.
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Para completar el día, he quedado con Natalia en Wangfujing para dar una vuelta por una de las calles más comerciales de Pekín. Allí, además de grandes centros comerciales en los que podemos encontrar todo tipo de tiendas locales y occidentales, se encuentra uno de los mercadillos más famosos de comida.
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En los puestos del mercado encontraremos todo tipo de platos típicos chinos, así como algunas “delicatessen” especialmente dedicadas a los turistas. Entre estos últimos destacaremos…
¡¡BICHOS!!
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Todo tipo de escorpiones, gusanos, grillos, estrellas de mar, lagartos, serpientes… Eso sí, especialmente cocinados a precio de turista, ya que no había chino que se dejara caer por los puestos.
Yo, como buen turista, tuve que probar algo para completar el día.
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Sinceramente, los escorpiones saben a “pescaítos” fritos. Desde luego de sabor no son nada asquerosos, aunque la apariencia es de todo menos apetitosa. Como diría mi madre, “tampoco correría por ellos”.
Me quedaré otro par de días por Pekín, en los que aprovecharé a dar vueltas por los innumerables mercados y bazares en los que pelearse con los comerciantes chinos por conseguir gangas en electrónica o falsificaciones, así como visitar los templos Lama o de Confucio, y por supuesto visitar la ciudad olímpica, con el famoso estadio conocido como “El nido de pájaro”. Como muestra os dejo alguna foto ilustrativa:
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Desde aquí me despido. Pekín, has sido una grata sorpresa. Aunque no consideraba China como una prioridad en la lista de mis próximos destinos, definitivamente se ha colado en la lista dejándome con ganas de más.
回头见 China. Volveré, pero ahora es momento de dirigirme a la tierra de los canguros. There I go Melbourne!
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