lunes, 20 de mayo de 2013

Hue, la antigua capital Nguyen

19-20.05.2013
Tras dos días en Hoi An, decido poner rumbo más al norte y dirigirme a Hue, antigua capital de la dinastía Nguyen entre 1802 y 1945. Otra vez en autobús, sí, pero esta vez serán “sólo” unas cuatro horas, que en comparación a las catorce de la etapa anterior se antoja bastante relajado. Se antojaba… En Vietnam, desde luego, uno no puede confiar en las horas de salida y llegada que le dicen. El autobús en teoría me recogía a las 8 y ha acabado pasando a las 9:30. Pero bien, todo irá bien, pensemos en positivo.
El viaje se desarrolla bien, sin problemas. También influye el ser un autobús diurno y no tener que pelearse con la litera para intentar dormir.
Y al llegar a Hue… estrés. Como de costumbre, según te bajas del autobús, hordas de vietnamitas intentando colocarte guesthouses, taxis, motos, etc. Viendo otro tipo con pinta de occidental que parece estar igual de hasta las narices que yo de que le calienten la cabeza me dirijo hacia él. Simon, un alemán (para variar) que está unos meses de viaje por este mundo, está como yo con ganas de caminar tranquilamente a buscar un alojamiento, así que tras las debidas presentaciones, ponemos rumbo a la zona de “Le Loi”, donde se encuentran la gran mayoría de guesthouses y hostales de la ciudad.
Por 9 dólares, tenemos cada uno una habitación grande, limpia, con baño decente, y… piscina, que aunque no se le vaya a dar demasiado uso, ahí está. Así que tras hacer el “check-in” y dejar las cosas, nos vamos a buscar algo para comer. Según entramos en el primer sitio…
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Diluvio universal.
Hacía mucho tiempo que no veía llover así. Tanto es lo que cae que se inunda el restaurante, la luz se va, los cables empiezan a pegar chispazos… Pero claro, tampoco podemos irnos, así que no queda más que tomarse una cerveza y esperar.
Tras la tempestad llega la calma, y con la calma es hora de ponerse a hacer un poco de turismo. El mayor atractivo de Hue es la antigua Citadel, o ciudad imperial.
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La ciudad imperial comprende una fortaleza y palacio, rodeadas por una muralla y su correspondiente foso -alimentado de las aguas del río Huong- de cuatro kilómetros cuadrados, y uno de sus símbolos es la torre de la bandera que se observar en la foto anterior.
DSC_1010Según nos acercamos a la puerta, ya el guardia de seguridad nos mira con cara de póker. Efectivamente, están a punto de cerrar, por lo que el día de hoy sólo nos va a permitir observar la Citadel desde fuera, teniendo que dejar el grueso de la visita para el día siguiente.
Por lo que se ve, tuvo que haber sido algo muy grande en el tiempo en que la dinastía, familia, secta o comunidad de vecinos “Nguyen” tuviera su campamento base aquí.
Aunque por el otro lado, se ve que está bastante venido a menos, decaído –que no destruido-. Veremos qué nos depara mañana cuando nos adentremos en el complejo.
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Seguimos recorriendo Hue a pie, aprovechando que ya no hay nubes. Una vez dejada atrás la ciudad imperial, nos encontramos con una ciudad cualquiera de Vietnam, con sus tiendas de “todo”, sus millones de motos, sus puestos de comida callejera… Pero una de las diferencias es el río Huong (perfume), que separa la ciudad en dos, dándole una cara diferente.
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Como comentaba antes, el caos sigue presente. Esto es Vietnam, no lo olvidemos.
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Y como ya se nos está echando la noche encima, decidimos hacer una paradita para degustar uno de los deliciosos cà phê đá -café negro con hielo-. en una “terraza”. Por 40 céntimos de euro, delicioso.
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Y tras el descanso merecido, a la mañana siguiente, nos ponemos rumbo a la ciudad imperial. Cámara, guía de viaje y botella de agua en mano, y a pelearnos con los 38 grados que hace en la calle. Ayer diluviaba, pero lo de el día de hoy es auténtico fuego…
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Nos adentramos en la ciudad imperial, la cual comprende desde la muralla que os comentaba, hasta diferentes templos, palacios y dependencias, todas reservadas a los miembros de la dinastía Nguyen y sus sirvientes y allegados. Por ejemplo, el templo Thái Hòa.Hue 4
Visitamos además el salón de la armonía suprema (qué imaginativos estos vietnamitas), el templo Thế Miếu, la tumba de Khai Dinh, la estatua del guardián y distintas estancias que comprenden la antigua ciudad.
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Tiene un cierto aire a la ciudad prohibida de Pekín, aunque con dos matices importantes. Primero, que cuenta con mucha más vegetación que la que se encuentra en su homóloga china, y segundo, que se encuentra en mucho peor estado. Da una sensación de dejadez y abandono más que de destrucción. Hablando de la última, en los comienzos de la guerra de Vietnam, y concretamente de la batalla de Hue, las fuerzas aliadas tenían órdenes de no bombardear la ciudad debido al estatus cultural y religioso con el que contaba la ciudad. Sin embargo, como las guerras son guerras y no celebraciones de cumpleaños con “cocacolas y mediasnoches”, gran parte de la misma se vio afectada por los combates. De los 160 edificios con que contaba, sólo diez edificios principales se mantienen en pie actualmente. El complejo fue incluido en el patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO en 1993, y continuamente –en teoría- se desarrollan trabajos para restaurar y preservar el mismo. Si ellos lo dicen…
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Y tras la visita, con un calor infernal que hace que pasear por la calle sea un auténtico sufrimiento, nos dirigimos a un restaurante que nos ha llamado la atención. Bueno, miento, le ha llamado la atención a Simon porque está recomendado por un tal Stefan Loose. El tipo se dedica a escribir y publicar guías de viaje en Alemania, y tienen fama por lo visto de ser buenas. Así que, si Stefan lo recomienda, vamos a darle una oportunidad.
DSC_0041Pues me veo obligado a decir que el señor Loose tenía razón. Nos hemos dado un buen festín en el restaurante Lac Thien, cerca de la Citadel. Yo he hecho caso al dueño del restaurante, que no sé si es mudo o es que no habla inglés, pero me ha recomendado unos rollitos (que te tienes que enrollar tú, claro) de pasta de arroz, con pollo, verduras y salsa de banana verde con cacahuetes. Una gorrinada, pero deliciosa.
Manera perfecta de poner el colofón a la parada de día y medio en Hue, antes de dirigirnos al hostal y recoger las cosas para poner rumbo a la capital del país, Hanoi, en otro de los famosos autobuses con literas de los que ya os he hablado en otras entradas del blog.
Cada vez estoy más convencido de que, tras las aventuras en Vietnam, se me van quitando las ganas de volver a viajar en autobús… Aunque, por otro lado, hay cosas peores en la vida, ¿verdad?

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