lunes, 11 de marzo de 2013

Varkala

11.03.2013
Tras las aventuras en las backwaters de Kerala, me dirijo con Neus a Varkala, una de las playas más conocidas del estado. Para variar, travesía en autobús desde Alappuzah.
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Eso sí, esta vez he tenido suerte y después de hacer unos kilómetros de pie, he podido coger el asiento del copiloto. Suerte porque es el asiento más cómodo del autobús, ya que no hay nadie que te moleste.
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Al llegar a Varkala, vuelve a empezar el show con los conductores de auto-rickshaw. Todos te quieren llevar a la playa, todos tienen conocidos con guesthouses, y lo que sí que sí, todos dan la murga hasta que no puedes más y acabas montándote en uno para que te dejen en paz.
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Según bajamos, una chica rubia nos hace señas. Nos acercamos y resulta que ella, una señorita muy resultona (ucraniana, de nombre Ina), nos ofrece su ayuda. Ina y su marido (ucaniano con barriga cervecera y notablemente más feo que ella pero seguramente con muchos más ceros en su cuenta corriente) llevan unas semanas por la zona y se ofrecen a ayudarnos con la búsqueda de alojamiento. No sabía yo fíjate que estos ucranianos fueran tan amables…
Tras comer un chicken biryani reconfortante después del viaje, nuestros nuevos “Best Friends Forever” nos enseñan su habitación, y nos dicen que hay habitaciones libres (normal, es el final de la temporada) y que nos podemos quedar allí y hacer planes todos juntitos. Resultado: nos la quedamos. Total, por 4,5€ la habitación doble, no nos vamos a quejar.
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Hablando un poco de Varkala, es un lugar turístico pintoresco, con la mayoría de alojamientos, restaurantes y tiendas enclavados en lo alto de un acantilado, dejando la playa principal en la parte baja, y continuando hasta la Black Beach y otras pequeñas playas a lo largo del litoral.
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Quizá es un poco demasiado turístico, pero no deja de tener cierto encanto. Eso sí, no esperéis otra cosa que tocaros las narices en la playa, porque más que hacer no hay. Pero eso sí, después de unos días de turisteo cultural, no viene tampoco mal tirarse unas horas a la bartola y no hacer absolutamente nada más que nadar y comer. Creo que me lo he ganado después de mis tres semanas en India, ¿no creéis?
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Ah, sí, otra cosa es regatear. Según me cuenta Neus y según me dicen las vendedoras, es importante enganchar al primer cliente del día lo antes posible para que les dé suerte con el resto de las ventas del día. Al no haber casi turistas, los vendedores se desesperan para poder conseguir un cliente, lo que hace que se pueda forzar muchísimo más el tema “regateo”. No sé si es éticamente correcto, pero ellos se lo buscan no poniendo precio a las cosas, con lo que tengo la conciencia muy tranquila después de mi mañana de compras. Y oiga, unas sandalias de cuero y unos pantalones de “perroflauta” muy monos que me llevo.
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Tras el día en Varkala, me toca poner punto y final a mi aventura india. Tengo un vuelo reservado de Thiruvanantapuram (Trivandrum) a Singapur, donde empezará la siguiente etapa.
Para ello, otra vez show: toca caminar desde Varkala Beach a la parada de autobús. De ahí, lógicamente autobús hasta la estación de tren.
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Móntese en un tren ultracargado de gente en la clase más lamentable de los ferrocarriles indios donde me toca meterme entre los servicios, con mis dos megamochilas, en un hueco apestoso rodeado de cien mil personas, durante una hora, hasta llegar a Thiruvanantapuram. Ahí, camine 500 metros hasta la parada de East Fort, deje que le cague un pájaro en la cabeza y súbase en otro autobús de cuando Franco era corneta hasta el aeropuerto, no sin antes comentar que el paisano controlando la garita de los autobuses me dice que por favor me limpie la cagada, haciendo aspavientos que creo entender que quieren decir que debo dar bastante pena. No contentos con eso, al llegar al aeropuerto me dice el tipo de seguridad (la seguridad en los aeropuertos indios es extrema y desesperante) que sin mi billete electrónico no puedo pasar y que vaya a hablar con el gestor del aeropuerto. El caballero por lo menos me acompaña a la puerta con el manifiesto de pasajeros y, tras discutir diez minutos en malayalam (el lenguaje de Kerala) me dejan pasar, procediendo por fin al check-in de mi vuelo de Tiger Airways a Singapur.
Lamentablemente, se acaba mi estancia en India. Han sido tres semanas inolvidables, en las que he visitado sitios increíbles, he conocido muchísima gente, mejor o peor, pero que cada uno me ha aportado una parte de sí y que no ha hecho otra cosa que enriquecer la experiencia. Volveré. Pero ahora es momento de seguir con la aventura.
Próximo destino: Singapur.

1 comentario:

  1. Nos alegra muchísimo que la experiencia India haya sido tan enriquecedora. Estás tan moreno que se te puede confundir con un indio.

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