domingo, 31 de marzo de 2013

Cameron Highlands

29-31.03.2013
Tras mi breve paso por Ipoh, me vuelvo a montar en el autobús de la risa hasta Tanah Rata, en las famosas Cameron Highlands. Después de un mes y medio sudando como un auténtico pollo, es hora de tomarse un respiro del calor.
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La mayor colina de Malasia cuenta con multitud de plantaciones de té distribuidas por todas sus laderas, cascadas entre los muchos kilómetros cuadrados de jungla, así como pequeños enclaves que harán las delicias de los próximos días.
Llegada a Tanah Rata
La noche está a punto de caer cuando llego a Tanah Rata, uno de los pueblos localizados en la zona. Es famoso por su ambiente y sus alojamientos baratos. “Ambiente”. Recordemos que Malasia no es Tailandia, así que aquellos que busquen juergas interminables, como ya comenté anteriormente, se han equivocado de país. Sumándole el problema añadido de las vacaciones escolares, comencemos a buscar alojamiento.
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La primera parada es el Daniel’s Lodge. Me imagino que no va a haber sitio porque aparece en la guía Lonely Planet, pero por probar no perderé más de cinco minutos. Efectivamente, ¿qué os decía? Lleno… Si algún día monto un negocio de hostelería me aseguraré de intentar aparecer ahí. Negocio seguro.
Una chica, Caroline, alemana como siempre, me comenta que está todo lleno, y que ella ha encontrado alojamiento en el Twin Pines, que no Twin Peaks. ¿Sí? Bueno, por probar no pierdo nada.
La peor noche del viaje “so far”
La habitación del Twin Pines es… cómo decirlo… la peor con la que me he encontrado hasta ahora. Cuesta 4€, sí, pero ni aunque fuera gratis. 2x2 metros cuadrados y abuhardillados, con un colchón tirado en el suelo. Eso es lo que voy a tener esta noche por “casa”. Pero miren, caballeros y señoritas, mejor eso que dormir debajo de un puente… O quizá no.
Tras cenar algo rápido en el pueblo regreso a la habitación. Saco mi saco de dormir, pijama y… sorpresa. Primer encuentro con los tan temidos… ¡chinches! Exacto queridos lectores. La cama no está plagada, pero cuenta con una buena cantidad de representantes del reino de los chinches. ¿Entendéis ahora a qué me refería con que igual no era mejor dormir ahí que debajo del puente? La recepción de la guest house está cerrada, por lo que no puedo bajar a darle collejas a nadie, por lo que me acurruco como buenamente puedo, quito la vida a todos los chinches que encuentro, e intento dormir algo.
  • Resultado: 2 horas aproximadamente de sueño.
  • Conclusión: una de las peores –o menos confortables- de mi vida.
  • Recomendación: huid como de la peste del Twin Pines.
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Por suerte, para la noche siguiente, Caroline se ha ofrecido a compartir su habitación doble  en el Daniel’s Lodge conmigo, ya que el resto de alojamientos están totalmente llenos. Si los alemanes también pueden ser simpáticos Smile
Trekking “junglar”
Tras el poco sueño disfrutado durante la noche, intento coger fuerzas con un típico desayuno malayo. Té tarik y roti canai es una manera maravillosa de cargar las pilas antes de iniciar las tres caminatas que tengo preparadas por la jungla, otra de las atracciones de las Cameron Highlands.
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Dedicaré el día de hoy a las “Jungle Track” 1,4 y 9, lo que me llevará prácticamente todo el día.
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De jungla tampoco tienen demasiado aparte de caminos embarrados y cierta vegetación curiosa. Lo más exótico que he visto, mi amigo el bichito.
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Brinchang
A la mañana siguiente me pongo rumbo a Brinchang, en la parte más alta de las Cameron Highlands. El equipaje se queda en el hostel hasta la tarde, que cogeré el autobús dirección Kuala Lumpur en la última etapa del viaje.
Para llegar a Brinchang desde Tanah Rata se puede coger el autobús local. Cuesta 2 ringit, pero no son fáciles de coger, ya que no se sabe a ciencia cierta a qué hora pasan. Esta vez he tenido suerte y el autobús estaba justo en la parada, como esperando a que asomara por allí mis caderas.
Tras llegar a Brinchang e iniciar la subida por la carretera dirección a una de las plantaciones de té más famosas, nos encontramos con las “famosas” fresas de las Cameron Highlands. Hay multitud de granjas de cultivo de fresas, cuyos productos –esto es, todo lo que sea posible derivar de una fresa- se venden a lo largo del camino en multitud de tiendecitas y puestecitos.
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Otra de las que parece ser la “atracción del verano” en la zona son las granjas o jardines de mariposas. Ya que hemos llegado hasta aquí, voy a entrar a ver una. Igual alguna foto sí quedó decente, ¿no?
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Tras mi encuentro con las mariposas, seguimos montaña arriba hasta la plantación de té de “Boh’s Sungai Palas Tea Estate”. Un taxista indio me dice que está a 3,5km de distancia de donde estoy. Como sea eso cierto, tengo dos opciones. O regreso a Tanah Rata, o me lleva alguien en algún medio de transporte, ya que si no no es factible. ¿Auto-stop? ¿Por qué no? Una simpática pareja holandesa con tres niñas me dice que me monte en su monovolumen. Si la furgoneta tiene cinco asientos y la familia tiene cinco miembros, no sé dónde me voy a sentar yo. Pero esto es Malasia, en medio de las montañas, así que “pa’ dentro”. Ya se apretujarán las niñas.
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Las plantaciones de té, como se puede observar, recuerdan a las ya vistas en India, concretamente en Munnar (Kerala). Quizá aquellas fueran incluso más impresionantes que éstas, ya que ocupaban superficies más vastas  sobre un terreno ligeramente más escarpado. De cualquier manera interesante.
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En Boh’s existe la posibilidad de hacer un tour guiado en el que, además de las plantaciones, se puede ver parte de la historia del té así como de su proceso de fabricación. El que tenga tiempo que lo haga. Yo tengo que poner rumbo de nuevo a Tanah Rata porque mi autobús a Kuala Lumpur no espera.
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Para la vuelta, otra vez a levantar el dedito y en menos de tres minutos, ¡bingo! Primero una pareja de Singapur, él un tío muy simpático –bromeamos sobre su camiseta del Barcelona- y ella cuidando de un bebé de pocos meses, me acercan hasta la carretera principal, donde tras dejarme y volver a levantar el dedo, a los dos minutos paran una madre y una hija alemanas que me llevarán hasta 400 metros de Tanah Rata hora y media antes de lo previsto. Ya que tengo tiempo, me iré a uno de los restaurantes malayos del pueblo, en la acera de enfrente del Starbucks y los restaurantes de occidentales. Aquí se puede comer un plato de arroz con pollo por 1€ y un té tarik por 30 céntimos. Si queremos darnos un homenaje y queremos disfrutar de un zumo de naranja recién exprimido, sumémosle 75 céntimos y listo. Con estos precios, definitivamente, sale más barato estar aquí de vacaciones que estar en casa.
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Misión cumplida en las Cameron Highlands. Desconexión cultural, conexión con la naturaleza y escape del calor asfixiante de Malasia. A cambio de una bolsa llena de chinches. Esperemos que sólo haya quedado en el mal recuerdo de una noche. Pero de momento… tengo la extraña sensación paranoica de que me pica todo el cuerpo.
Próxima parada: Kuala Lumpur.

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